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sábado, 31 de mayo de 2008

Paisaje de Vida


Era amada y amaba-
Tenía su todo, compuesto por su familia, sus espacios tan propios, profundos y elevados, a veces casi divinos.
Día a día retribuía felicidad en gratitud a su amigo Jesús.
Así vestida de fiesta, la sorprendió un huracán, arrasando aquello, ese su todo.
Desprovista de lo esencial, arrimando a las orillas de esa corriente desvastada, plena de responsabilidades que la asediaban por doquier, y sin contención alguna.
La luce hizo.
Llegó su cumpleaños número 36, se festejo a sí misma. Creyó cumplir 18 bis, por la fuerza de una juventud y la experiencia de la edad cumplida. Así arremetería en la vida.
Ser ella mima.
Respiro, tomo todo el oxigeno que quepo en ella, miro a su hija. La abrazó con la promesa en silencio hecha que arremetería con toda su fuerza y capacidad, que nunca la abandonaría, y que de su propia vida dueña era su niña.
Así fue.
Se acercaron ángeles en forma humana, brindando apoyo, y alentándola en su andar, desplegando su propia esencia.
Y en esos momentos que las puertas de la Galería se abrían pudiendo atrapar ese instante, en que lo mágico era real invitaba a su ángel guardián conjugando el dolor de ayer con el mejor arco iris de su existencia, y al ver a su niña, entonces todo era mejor y cada instante sumaba a otro, construyendo un colorido paisaje de vida.

1 comentario:

Alichín dijo...

Personalmente creo, que la felicidad consiste en poder levantarse cuando se está caído. La devastación de una existencia nunca es para siempre: Está en nosotros poder resurgir de los escombros y construir con ello hermosas edificaciones para el alma y para la vida, apoyándonos en la fe en El Altísimo y en nosotros mismos.
Bello relato sobre el triunfo del ser humano.
Un fuerte abrazo.
Alichín