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sábado, 31 de mayo de 2008

La Niña del Cuenco de Barro


Allí el paraje aquietado, la imponencia de sus cerros, la colorida montaña, el arco iris y ese cielo, en contraste.
La casita de barro amasado, por quiénes no están en eterna presencia, porque todo es permanencia y la niña de ojos expectantes y negros, piel bronce, con su recipiente de barro, lleno de agua recién sacada del pozo.
El cantar fresco que emitía en melodías elevadas, despertando a las campanas de la iglesia, y la risa del cura, acompañando a los pastores en su andar por el monte, a los niños a las ruedas y rayuelas, los artesanos a sus manos.
Todo con tanto y mucho que a mis aires europeas hizo pedir al Señor de las Gracias disculpas, si es que caben por tanto y muchos padecimientos a mis hermanos de piel bronce y sueños de tales peculiaridades, con música envolvente, tanto barro sólido , tanta agua en recipiente de barro…
Me encuentro junto a mis pensares cuando una voz dulce me dice: ¿quiere agua fresca?
Miró ya a niña del cuenco de barro y le digo:” sí”.
La bebo, es fresquita y corre dentro de mí y se hace uno conmigo.
Tantos barros conjugan en ese instante, alzo mi mirada a los cielos y agradezco, sí agradezco también a la niña del cuenco de barro.

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